Ákbar (tercer Gran Mogol)

Este es el Ákbar «el Grande» el tercer Gran Mogol

Su nombre real fue Yalaludín Mohammad Ákbar.

(Yalal-ud-Din significa»Gloria de la Religión» (=el Islam)

Ákbar («grande») fué un apodo puesto por sus súbditos

Fue hijo de Humayún

Se lo considera el más grande emperador del Imperio Mogol. Reinó durante medio siglo (1556-1605)

Durante ese dilatado gobierno el imperio se consolidó política, social y culturalmente y se extendió hasta cubrir un extenso territorio

Se lo considera por ello el virtual fundador o consolidador del Imperio Mogol.

El reinado de Ákbar coincidió prácticamente con el de Isabel I de Inglaterra, otra soberana longeva. Como aquella famosa reina (que logró hacer las paces entre protestantes y católicos) el Gran Mogol supo conciliar dos grandes bandos religiosos opuestos en su reinado de la antigua India: el islam y el hinduísmo – por un lado la cúpula gobernante musulmana (como él) por el otro la población mayoritariamente hinduísta

Mediante su política de matrimonios con princesas hinduístas y su supresión del impuesto a los no-musulmanes (yiza) implementó un modelo de cierto despotismo ilustrado en lo religioso (aunque siempre atado – como el de sus predecesores y sucesores – a la observancia de supersticiones tales como la divinación astrológica, que regía todos los actos de la corte. Era frecuente, ante las crisis de estado, el abrir el Corán al azar y tomar el pasaje así encontrado como sugerencia para la acción)

Su asunción al trono se vio puntuada como era habitual por su asistencia al sermón del viernes en la mezquita, en donde se incluyó por primera vez su nombre en las plegarias.

Como práctica frecuente de la corte, en días que los astrólogos determinaban como auspiciosos según rigurosos cálculos, se realizaba una ceremonia mediante la cual se pesaba al príncipe heredero en una balanza contra una acumulación de bienes del tesoro real, y el equivalente de dicha cantidad se repartía entre el pueblo.

La figura de las balanzas de la justicia, esculpida en una pantalla de mármol en el palacio imperial de Delhi, es un símbolo recurrente en el imaginario colectivo del sobre el reinado de Ákbar, y aparece también como elemento significativo en el film «El Gran Mogol» («Múghal-e-Ázam») que le tiene por protagonista (película considerada como el máximo clásico del cine de la India)

Sin poder concebir hijos varones de sus muchas concubinas, solía visitar a un asceta musulmán (sufí) en su retiro en un monte cercano a la antigua capital de Agra, quien le predijo que tendría tres hijos. En efecto pronto la reina quedó embarazada tres veces consecutivas.

Tanta era la admiración que Ákbar le profesaba al santo hombre que a la muerte de éste hizo construir una ciudad imperial entera sobre el monte de la eremita,  mudando allí la corte al ser completada. La ciudad, llamada Fatehpur («ciudad de la victoria») fue mas tarde abandonada, aparentemente por fallas en el suministro de agua, pero sus ruinas de piedra arenisca roja y mármol se erigen hoy magníficamente como uno de los tesoros más imponentes del arte mogol.

En la película «El Gran Mogol» se representa una escena donde se ve a Ákbar visitando la eremita del monte, lugar en el que – el soberano inclinando su rostro ante el plebeyo fakir (gesto de humildad que el film se ocupa en enfatizar) el «emperador de los dos mundos» eleva un elocuente ruego a Alá:

«He sido llamado ‘protector del mundo’ y ‘sombra de Dios sobre la tierra’
Ahora … hazme oír una voz que me llame ‘padre'»

El argumento de la película explota la ironía de los sinsabores que la respuesta a dicha plegaria le habría de acarrear

En dicho palacio Ákbar se rodeó de sabios, guerreros, artistas… La tradición popular y la historia guardan la memoria de «nueve joyas» (navaratna) de su reinado, nueve grandes hombres o próceres de sus respectivos campos – de esos que sólo surgen en una generación…

La popularidad de Ákbar está asociada en la memoria popular a uno de ellos: su sagaz consejero, Bírbal. Las innumerables historias sobre sus intercambios con el emperador (donde frecuentemente éste es humillado por la astucia y sabiduría de su inferior) han dado nacimiento a cuentos, anécdotas y chascarrillos que siguen siendo populares entre grandes y chicos hasta la actual generación, como puede verse en la entrada correspondiente

Otra de las «nueve joyas» de Ákbar fue Man Singh, su todopoderoso visir (ministro) que ayudó a gestar un sistema financiero e impositivo tan eficiente que dos siglos más tarde los ingleses siguieron utilizándolo durante su propio Imperio Británico de la India

(éste reordenamiento económico fue paralelo a su restructuración del sistema de nobleza feudal, vigente hasta el pasado siglo en Paquistán e India)

Otro que puede mencionarse es Tansen, la leyenda viviente de la música del subcontinente indio, quien dio forma a la variante clásica como aún sigue tocándose en esa región, plena de tradiciones musicales..

Menos legendariamente – y en un dato difundido en parte hoy más que nada gracias a la globalización – Ákbar invitó a su corte a misioneros cristianos (y de otras confesiones) con quienes gustó de debatir, mostrando predilección por su mensaje. En su momento buscó amalgamar las distintas religiones de su vasto reino en una sola, pergeñada por él, llamada Din-i-Illahi («religión de Dios») proyecto sincrético que eventualmente no prosperó – pero cuya memoria perdura hasta hoy. Puede leerse sobre estos vaivenes religiosos en esta entrada

Ákbar era excelente deportista (en los deportes de la época) destacándose en el polo, la caza, la arquería. Poseedor de notable fortaleza física que usaba para inspirar respeto, toda una serie de leyendas mezclando realidad y fantasía se tejieron en torno a su persona, entre ellas la de haber cruzado a nado los formidables ríos de la India en la época del deshielo, y la de poder correr cargado de dos hombres, uno en cada brazo

Poseedor de un temperamento violento cuando se airaba, en una ocasión desarmó con sus propias manos a un hombre desquiciado que acababa de asesinar a otro – ordenando arrojar al asesino desde las murallas del palacio. Ocurrió que dicho criminal había sido el hijo de la nodriza que había amamantado a Ákbar en su niñez. Acongojado por el sufrimiento que le había causado a la vieja nodriza, el emperador ordenó construir un bello mausoleo en honor al muerto – uno de los muchos monumentos que hizo erigir durante su mandato

Ákbar dió inicio a la construcción del gran palacio y fuerte imperial de Lahore, hoy Paquistán, una de las tres capitales del Imperio Mogol

Otra exitosísima película reciente, «Jodhaa Akbar» («Yoda y Ákbar») recrea con gran espectáculo su amor con una de sus esposas, Yoda (hinduísta). Dicha película es también una biografía de los primeras décadas del emperador, respetuosa de las crónicas históricas (dentro de lo que puede esperarse del cine-espectáculo)

Ákbar se halla entre los personajes más populares de la historia de Paquistán y la India, siendo el suyo un nombre favorito para varones durante muchas generaciones entre los musulmanes del subcontinente.

Durante su reinado arribó el primer embajador inglés a la corte mogol – enviado precisamente por Isabel I. Ninguno de ambos soberanos pudiendo sospechar lo que dicho encuentro entre las dos potencias habría de representar en el futuro…

La figura de Ákbar se agiganta en la historia y reaparecerá frecuentemente en estas páginas sobre el Gran Mogol

El reinado de Akbar duró cuarenta y nueve años (1556-1605)

Abajo, las incontables publicaciones sobre el legendario «Gran Mogol» (Múghal-e-Azam) muestran su popularidad hasta el presente

Akbar fue sucedido a su muerte por su hijo  Yajanguir, el cuarto Gran Mogol

akbar-libro

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